Las cúpulas directivas de las organizaciones no están concienciadas de la necesidad de establecer una comunicación fluida internamente a todos los niveles.
Olvidan que lo que se comunica, hay que cumplirlo; sino el efecto que produce es peor que no comunicarlo. La dirección, a veces, se crece ante la multitud y se le va la fuerza por la boca. Suele ocurrir que lo comunicado no se corresponde con lo que posteriormente se lleva a cabo. Esto desmotiva a las personas que integran las empresas; les genera incertidumbres al no corresponderse lo dicho con lo realizado. Los empleados quedan defraudados y con muchas actuaciones de este tipo llegara un momento en que dejen de confiar en su empresa por culpa de ella.
Igualmente, la dirección de las compañías tiene un miedo atroz a hacer comunicados oficiales sobre las cosas que van aconteciendo en la misma, sean positivas o negativas y que afectan a todas las personas que las integran. Lógicamente, no es necesario dar mil explicaciones; con un comunicado escueto y concreto es suficiente.
Además, no olvidemos que, en las compañías, todo se sabe a pesar de no producirse la comunicación oficial. Suelen estar los que hablan más de la cuenta y van confiando en su equipo o amigos, que a su vez, difunden aquello que se les ha contado y así, sucesivamente.
Aunque siempre sorprende a los directivos que la vox populi esté al corriente (aproximadamente) de lo que pasa, tampoco ponen medidas para frenarlo. Prefieren hacer la vista gorda e ignorar la realidad. Para acallar rumores infundados, deberían comunicar los hechos veraces. Sin embargo, posponen sine die la comunicación. Mientras tanto, los dos canales informales por excelencia, Don Cotilleo y Doña Rumorología, van haciendo de las suyas. Sin darse cuenta que, de esta manera, la compañía no controla la información que se transmite y en la que muchas veces hay más de incierto que de cierto. Es precisamente a través de estos canales que se exagera la información y ante la falta de datos se van añadiendo otros nuevos, para darle más intriga, sin importar que sean o no ciertos.
Cuando son las personas de la compañía las que se van pasando la información de unos a otros por filtraciones de algún tipo es cuando se produce el efecto “del teléfono roto” en donde el mensaje efecto del rumor al principio es uno y cuando llega al último miembro de la compañía es otro totalmente distinto debido a que cada persona lo transmite de una forma distinta y conforme va pasando de boca en boca se va perdiendo información y se añade otra nueva. Al final puede llegar hasta convertirse en una leyenda empresarial que va pasando de empresa en empresa sin ser cierta.
Esto desune a los miembros de una compañía porque hace que tengan que recurrir a estos canales contraproducentes porque su empresa les tiene desamparados a nivel comunicativo, provocando que las personas que la integran tengan la sensación de que no les considera importantes; se enteran de las cosas que les afectan por cualquier medio menos por su organización de forma oficial. Esto es la cultura de la incomunicación donde reina el desconcierto y los trabajadores se enteran de las cosas que les afectan cuando se cambian. Imaginemos como le sentaría a un trabajador que llega un día a la zona que alberga su puesto de trabajo y se la encuentra de obras sin habérselo comunicado previamente. Puesto esto ha pasado en más de una organización.
Las cosas que afectan a todos los integrantes de la compañía hay que comunicarlas antes de llevarlas a efecto para que las personas se sientan parte de la misma. Este tipo de acciones unen y vinculan a los trabajadores a sus compañías.
Otra cosa muy habitual es que los responsables de las compañías toman decisiones sobre las personas sin contar con su opinión porque les consideran como algo más de su propiedad. Y no pueden olvidar que son personas y que se gestiona esto y no recursos. Por lo tanto, antes de tomar decisiones que les afecten como cambiarles de proyecto, de equipo, etc.; hay que hablarlo con ellos para ver qué les parece e informales con tiempo suficiente, a pesar de que la decisión ya puede estar prácticamente tomada.
No se pueden dar las cosas por hecho y que se enteren los trabajadores de cambios que les afectan por terceras personas y en última instancia. Esto significa que les importamos poco a nuestras empresas o, al menos, no lo demuestran de forma adecuada.
A veces tenemos la sensación de que en un equipo hay comunicación porque están sentados juntos y esto es un error. La comunicación hay que potenciarla poniendo todos de nuestra parte para que fluya en todos los sentidos. El responsable de equipo comete el error de dar información específica del área del departamento que le interesa a cada miembro del mismo, es decir, les transmite un parte muy limitada. Sería más beneficioso que les contase la globalidad de la información que afecta a su proyecto o departamento para que tuviesen una visión más detallada de la importancia de lo que hacen. A las personas que trabajan en las compañías hay que dedicarles tiempo. Porque de nada sirve que la cúpula directiva diga que los integrantes de su compañía son importantes si luego no lo demuestra en la realidad.
No olvidéis que las compañías son marionetas, cuyos hilos son manejados por personas que pueden conseguir organizar la madeja de hilos porque hay coherencia entre lo que se dice que son y lo que son. Sino lo más que consiguen es enredar esa madeja de forma que este ente no avance y vaya dando pasos en falsos por no corresponderse los dicho con lo hecho.
Debéis romper este miedo y comunicar las cosas oficialmente para evitar malentendidos. De esta forma las personas que conforman la compañía se van a sentir parte de ella porque verán que se les tiene en cuenta y que son los primeros en conocer lo que afecta a la misma de primera mano. Las personas no son ingenuas y son más astutas de lo que piensan sus organizaciones. Depende de vosotros tenerlas a vuestro lado o no.
La empresa dice más por lo que no comunica que por lo que comunica. Así que cada organización saque sus propias conclusiones sobre su situación. Las cosas pueden cambiar, solamente hace falta comenzar a hacerlo paso a paso hasta llegar a dar un cambio radical que se amolde a lo que necesite vuestra compañía.
viernes, 18 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Muy buen post.
Es sorprendente lo poco y mal que se comunica en muchas organizaciones y es absurdo porque, como bien indicas, todo se acaba sabiendo. Lo único que varía es el momento y la veracidad con la que llega la información.
JM
Hola José Miguel,
Gracias por pasarte por mi blog.
La verdad que muchas organizaciones tienen que dejar de tener esos miedos infundados en la comunicación corporativa oficial fluida.
Es mucho peor lo que fomentan porque las consecuencias de los canales informales son incontrolables.
Muy buen post, sí. Nunca se me había ocurrido este tema y es realmente interesante. Si se aplicara lo que comenta Juan todos saldríamos ganando: organización y empleados.
Hola Carol,
Me alegra que te guste.
Pues si esto se aplicase en todas las organizaciones saldríamos ganando todos en igual medida.
Publicar un comentario