Nuestra sociedad avanza muy rápidamente en muchas cosas pero en otras, vamos hacia detrás irremediablemente.
El ser humano es social por naturaleza y necesita sentir que pertenece aun grupo que le acepta y que no le rechaza por ser como es. Este querer ser uno del grupo lleva a muchas personas a sacrificar como son en realidad y dejarse llevar por los demás, aceptando sus peticiones y sugerencias a pesar de no compartirlas. Muchas personas siempre dicen sí a todas las peticiones de los demás dejando a un lado sus preferencias y prioridades.
Las personas no podemos sacrificar nuestro poder de decisión por ser aceptados en un grupo. Tenemos la libertad para poder “decir no” cuando así lo creamos. El que nos acepte tiene que hacerlo por lo que somos y no por lo que le hacéis o decís. Dudo mucho que alguien nos rechace de por vida porque les digamos que determinada petición debe esperar de momento porque en ese preciso instante tenemos otras prioridades que atender. De molestarse, demostrarían su egoísmo.
Nuestro tiempo es igual de importante que el de los demás. Así que debemos priorizar las tareas que sean más interesantes para nosotros. Si damos preferencia a las de los demás, nuestras tareas y necesidades siempre se quedarán para el final, pendientes de hacer. Ante todo cada uno debe vivir su vida y no la de los demás.
Tenemos que aprender a ser asertivos y ser capaces de transmitir a los demás lo que realmente pensamos de una determinada situación o petición, es decir, debemos manifestar nuestras emociones abiertamente diciendo a los demás de forma constructiva lo que pensamos. Aprender a decir que no es positivo porque debemos acostumbrar a los demás a que no siempre se va a realizar todo lo que deseamos. Debéis marcar vuestro territorio de forma asertiva y no agresiva.
Imaginemos que en un restaurante al que vamos a cenar nos sacan una copa sucia con carmín. Lógicamente tenemos tres opciones para elegir:
1. Nos callamos y limpiamos nosotros la copa o bebemos por el lado limpio (estilo pasivo).
2. Le montáis un buen follón al camarero, sin educación, diciéndole que nunca más volveréis a ese restaurante (estilo agresivo).
3. Llamáis al camarero y amablemente le pedís que os cambie la copa porque está sucia (estilo asertivo)
Lógicamente ante este supuesto todo el mundo responde que actuaría según el estilo asertivo. Pero, ¿es lo que pasaría de verdad?
Cambiar los hábitos es difícil. También la percepción que los demás tienen de uno mismo. Pero debemos creer en nuestras posibilidades y tener la autoestima fuerte para que no nos avasallen ni manipulen. El decir las cosas claras de forma asertiva tiene la ventaja de que ninguna de las dos partes se siente agredida ni molesta.
Muchos dicen “SÍ” a todo porque actúan en plan pasivo por miedo. No ayuda nada a la autoestima. Pero hay que recordar que todos tenemos nuestros derechos y debemos hacerlos respetar.
¿Qué nos impide cambiar?
lunes, 15 de junio de 2009
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4 comentarios:
Hacía tiempo que no me pasaba por aquí, pero ya me he dado un garbeo por todos los posts, muy interesantes.
En cuanto a éste, muy buen tema el de la asertividad, pero creo que aún nos queda mucho por aprender en este aspecto, al menos a mí aún me cuesta decir no.
Un saludo.
Hola Carol,
Gracias por pasarte y participar.
La verdad que la asertividad es un tema todavía bastante tabu para la gente. El aprender a decir lo que pensamos de forma constructiva hay que potenciarlo poco a poco igual que el saber decir no.
Saludos,
Juan
Decir NO es un arte y no sólo basta con decirlo, también se puede transmitir con una mirada y con el lenguaje corporal, lo importante es hacerlo en el momento justo...
Y así como hay que saber decir que NO cuando decimos un SI, también un buen SI a tiempo nos puede salvar de decir muchos NO en el futuro...¿no?
SM
Hola SM,
Gracias por tu aportación.
En efecto, ambas cosas que comentas son muy importantes y difíciles de saber hacer de forma adecuada. Debemos practicarlo poco a poco.
Saludos,
Juan
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