La empresa ha llegado a lo que es gracias a la totalidad de las personas que la integran. Por lo tanto el empresario tiene que saber elegir cuidadosamente a su equipo de colaboradores más cercano para que hagan sus labores mejor de lo que lo hubiese hecho el propio empresario. Las empresas invierten su capital en las personas para conseguir, a través de ellas, ganancias superiores que les haga tener la sensación de que esta inversión es correcta.
Los empresarios tienen que cuidar a la totalidad de sus trabajadores, dedicando casi todos sus esfuerzos, en prestar mayor atención a los trabajadores que destacan por encima del resto y que aportan un valor añadido a la organización.
Los trabajadores tienen que cuidar igualmente a la organización en la que están integrados haciendo lo que se espera de ellos y sabiendo agradecer los esfuerzos que la misma hace por su bienestar. Desafortunadamente, hoy en día, bastantes trabajadores no reconocen lo que sus empresas hacen por ellos particularmente y, mucho menos, lo valoran dándolo como algo hecho.
Las empresas no hacen las cosas por hacerlas y menos, cuando esas ventajas van dirigidas a unos cuantos trabajadores y no a todos. Si en un momento dado, como ya he dicho en otras ocasiones, ves que a un compañero de tu mismo rango le recompensan y a ti no, antes de quejarte, tienes que plantearte qué hace el que tu no hagas.
La clave está en establecer una relación de confianza mutua entre ambas partes, en igual medida, cuidándola en la misma medida, independientemente de que los intereses de cada una sean muy distintos.
La filosofía del trabajo en las organizaciones se basa en la confianza y se fundamenta en el trabajo en equipo con el objetivo de conseguir lo mejor para nuestra organización.
La empresa tiene que saber muy bien qué personas elige como colaboradores claves e ir depositando su confianza en ellos de forma progresiva conforme ellos vayan demostrando que son merecedores de la misma. A pesar de que los trabajadores que ocupen los puestos de responsabilidad lo demuestren, el empresario tiene que llevar un control de las acciones de ellos para evitar problemas. Nunca se puede depositar total confianza desde el principio por muy buenas referencias o impresiones que podamos tener del mismo. Primero tendrá que demostrarlo en el día a día durante un periodo de tiempo lógico. Hay que evitar a toda costa que se creen "repúblicas independientes" de poder donde un responsable haga y deshaga a su gusto, sin ningún tipo de control efectivo.
Pero tampoco olvidemos, que la confianza tiene que ser mutua; el empresario tiene que confiar en el trabajador y éste en el otro para que la relación funcione correctamente. Digno de confianza es un trabajador que, si se equivoca, no duda en reconocer su error ante quien sea. El empresario debe hacer lo mismo porque, independientemente del cargo que ocupe, todos somos personas y, como tales, nos vamos a equivocar.
Hay que desconfiar de aquellos profesionales que siempre que se equivocan tiran balones fuera intentando responsabilizar a otras personas de sus actos. El reconocer los errores propios es saber demostrar sabiduría y madurez. Por lo tanto, tenemos que saber identificar los mensajes que nos van dejando nuestros colaboradores más cercanos para quedarnos con los que realmente sean merecedores de ocupar ese puesto.
En esta relación entre empresario y trabajador surgirán, sin duda, malentendidos y conflictos. El saber dejar a un lado las diferencias y llegar a un acuerdo, superando estas dificultades, va a ser lo que marque la diferencia entre los buenos profesionales y los que no lo son.
A la hora de elegir a nuestros colaboradores no habrá que dejarse llevar simplemente por las relaciones de amistad que nos unan con esas personas. Habrá que saber separar la faceta personal que nos una con esa persona de la profesional por mucho que nos cueste.
Los trabajadores que ocupen los puestos claves de vuestra organización tienen que ser un ejemplo a seguir por los miembros de sus equipos de trabajo. No podemos pretender que nuestros subordinados cumplan los procedimientos, que se involucren, que se esfuercen en la realización de su trabajo, que hagan más horas en caso de ser necesario, que asuman sus errores, etc. cuando sus responsables son los primeros que no lo hacen. Y no hay excusas que valgan. Es responsabilidad del empresario ser consciente de ello y delegar el control en individuos o departamentos adecuados.
El trabajador, en igual medida, tiene que confiar en su organización siempre que la misma le haya dado motivos para hacerlo. No podemos exigir confianza a la plantilla cuando la empresa no es merecedora de fidelidad debido a la trayectoria en sus políticas de gestión.
Tendremos que tener en cuenta que si la empresa deposita en nosotros su confianza para ocupar un puesto clave dependerá totalmente de nosotros el saber aprovechar o no esta oportunidad.
La empresa tiene que concienciarse y pensar que no todos los trabajadores valen para ocupar determinados puestos relevantes dentro de la compañía. Es preferible dejar un puesto vacante antes que poner en el mismo a un trabajador inadecuado; el hacerlo nos va a traer muchos problemas a la larga.
Resumiendo, el futuro de las empresas reside en cuidar mucho a los trabajadores claves que la integran para evitar que se fuguen a la competencia. Si bien es cierto que es imposible evitar que se vayan trabajadores de nuestra plantilla, habrá que saber blindar a los importantes para evitar que estos se marchen porque aportan un valor añadido muy difícil de reemplazar.
Así pues, si en tu organización se van las personas importantes tendrás que plantearte qué haces inadecuadamente para que, una vez detectado, se asuma y se le ponga remedio y evitar más fugas de talento.
Igualmente, no hay que dudar en hacer ajustes entre aquellos trabajadores que son un lastre dentro de la organización. El éxito radica en mantener a los trabajadores valiosos y deshacernos de los innecesarios.
En épocas de recesión económica como en la que nos encontramos, para sobrevivir sin problemas, hay que prestar especial atención a las personas que forman parte de nuestra organización.
No olvidemos que tan importantes son los trabajadores como sus gestores.
2 comentarios:
Estoy de acuerdo en casi todo, pero creo que el hecho de presuponer que el empresario está capacitado para saber muchas veces a que elementos posee en la organización, está limitado a las grandes empresas, porque a mi modod de ver en la mayor parte de las pymes españolas, los empresarios unicamente buscan sobrevivir een el dia a dia, y si se olvidan de potenciar al que vale, alguien vendrá a susutituirlo si decie irse para prosperar profesionalmente.
Un saludo
Hola José Luís,
Gracias por participar.
Efectivamente esta visión solo la tienen los empresarios de grandes empresas. Los empresarios de las pymes no tienen una visión global de la situación. Potenciando a las personas más valiosas de su organización se ayuda a si mismo para poder seguir avanzando. De la otra forma no van a evolucionar y simplemente sobreviven en el día a día sin más.
Es complicado pero tienen que hacer todo lo posible por cambiar esta perspectiva por su propio bien.
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