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lunes, 31 de agosto de 2009

¿TITULADO = CAPACITADO?

Nadie puede discutir que España es el país de la titulitis, donde se incentiva que las personas acumulen títulos porque sí. Se valora el solo hecho de tener algo más y no los conocimientos que les vayan a aportar nuevos que les permitirán evolucionar. No es bueno carecer de todo tipo de formación pero tampoco lo es formarse en exceso. Debemos usar el sentido común y llegar al punto intermedio.

En esta entrada, quiero abordar el tema de si es imprescindible la titulación para poder ejercer una profesión de forma adecuada.

Así que hago la pregunta: ¿El estar titulado permite estar más capacitado para ejercer una profesión?

La respuesta, tampoco es tan fácil como un sí o un no categórico. Serán necesarias las respectivas matizaciones.

Partamos desde la hipótesis de que para hacer un trabajo X, es necesaria cierta titulación. No siempre es el caso, pero admitamos la hipótesis, como decía.

El disponer de la titulación exigida abre las puertas de determinadas profesiones. Otra cosa es que realmente se precise.

Analicemos el siguiente ejemplo: Imaginemos una persona joven que comienza a estudiar ciencias empresariales y en el primer curso comienza a realizar prácticas en el departamento financiero de una importante empresa nacional compatibilizando ambas actividades. Lo que comienza como prácticas al año se convierte en relación contractual porque están muy contentos con su evolución profesional. Por diversas circunstancias en el 3 curso de carrera decide dejar sus estudios, sin embargo, sigue desempeñando su puesto de contable con tal maestría que ese mismo año lo nombran responsable del área financiera. ¿Precisa esta persona finalizar sus estudios? ¿Fue el comenzar sus estudios lo que le permitió avanzar profesionalmente?

Personalmente, creo que esta persona llegó a donde está por sus propios méritos porque realmente aprendió desde abajo y demostró su valía. Sus estudios en este momento, son secundarios y mirándolo de forma objetiva no los va a precisar, sin embargo, para poder acceder a otro tipo de puestos más específicos se lo van a exigir y si en algún momento decide cambiar de trabajo, muchas empresas dan el mismo valor a tener la titulación universitaria que a la experiencia aportada. Cuando tiene mucho más valor la experiencia. Sí que es cierto que para avanzar, se ha de reforzar con el aprendizaje de algún tipo de conocimiento, que le permitirá hacer frente a situaciones que no son tan normales en el día a día personal, pero sí en el laboral.

Pero el sistema universitario español, tal y como está concebido, no deja de ser una extensión del colegio, con un nivel, si se quiere, más específico, pero que no da la suficiente práctica para enfrentarse a la realidad de una empresa. ¿Es esto normal? Sinceramente pienso que no porque la teoría, hasta ciertos niveles, es necesaria, pero asimilarla a través de la práctica es fundamental. Sin embargo, a esto se le sigue sin dar valor en nuestro país.

Por lo que no es descabellado afirmar que un buen profesional no sólo lo es por tener una determinada titulación sino que es mucho más que eso.

Curiosamente, determinadas profesiones como veterinaria/o, medica/o o enfermera/o sí que es preciso tener la titulación además de una formación práctica, que por las características de la formación, es fundamental hacerlo. Sin titulación es imposible tener conocimientos para poder efectuar una operación con garantías de seguridad. Aun así, siguen existiendo personas ejerciendo este tipo de profesiones sin estar titulados, en condiciones higiénicas deplorables. El precio suele llevar a las personas en búsqueda de ciertas operaciones de cirugía estética a ponerse en las manos de gente que no dispone ni de la formación, ni experiencia adecuadas para llevarlas a cabo de forma segura.

También existen profesiones en las que tradicionalmente no ha hecho falta titulación aunque sí experiencia, pero que recientemente sí se exige:
Monitor de esquí. Y pregunto yo ¿Esto lo hacen por negocio o por necesidad? Efectivamente, el aprendizaje del esquí conlleva ciertos riesgos que el monitor ha de saber transmitir y saber resolver de forma rápida y eficaz si surgen problemas. Pero no es discutible, que estas “nuevas titulaciones” no son ni mucho menos económicas, por lo que parecen más un negocio que un requerimiento.

Sí que se dan casos en los que hay falsificación de titulaciones. Afortunadamente, no muchos. Pero, sobretodo si las labores ponen en riesgo a terceras personas, un buen profesional haría todo lo posible para disponer de los requisitos necesarios para que no haya víctimas de un mal trabajo.

Otro ejemplo claro es el de los agricultores, que aprenden tras años de llevar a cabo su trabajo. No existe titulación al respecto, pero pueden llevar a cabo su labor sin problemas.

Está claro que las titulaciones tienen importancia aunque hay que darles el valor preciso y no sobrevalorarlas. Sin embargo, no se presta nada de atención a las competencias y actitudes que exigen o precisan determinadas profesiones o actividades. También es importante nuestro comportamiento y la forma de efectuar las cosas que van más vinculadas de lo que nos pensamos con la personalidad de cada uno de nosotros.

Siempre con este tema surge la controversia de si los grados de formación profesional son equiparables a las titulaciones universitarias. Desde mi punto de vista, creo que si porque la formación profesional es eminentemente práctica y esta más enfocada a las necesidades empresariales. Sin embargo, este debate lo dejo para otro día.

Debemos reflexionar todos sobre este tema de las titulaciones y hacer examen de conciencia sobre si todos los requisitos que se piden para ejercer determinada profesión son estrictamente necesarios o no.

¿Qué opináis de esto? ¿Cuál es vuestra experiencia?

viernes, 22 de mayo de 2009

SI LA MONTAÑA NO VA A TI, VE TÚ A ELLA

Como ya he comentado en alguna otra ocasión, la iniciativa es una de las cualidades más buscadas por las empresas en sus trabajadores porque precisan que estos sepan ponerse en marcha y buscar alternativas sin esperar a que se las den.

Para mi, la iniciativa es la cualidad personal que tienen determinadas personas para anticiparse a los demás, dialogando, actuando, resolviendo o tomando decisiones sin necesidad de recibir instrucciones de cómo hacerlo.

Hay quienes confunden lo que es iniciativa: se dan profesionales en las organizaciones que pretenden que las personas de su entorno adivinen lo que ellos quieren o cómo lo quieren y esto es imposible. Para que la gente se busque la vida, se necesita, al menos, que se indique qué se quiere de forma clara y a partir de este punto, comienza la maquinaria del empuje para buscar y plantear alternativas para llegar al objetivo.

Hay personas muy cómodas en la cúpula directiva que son seguidores de la ley del mínimo esfuerzo, que pretenden que sus subordinados adivinen lo que quieren que hagan sin comunicarles nada. Uno no puede hacer cosas que no le han comunicado que quieren que se hagan. Eso si hay veces que si la montaña no va a vosotros tenéis que intentar ir vosotros a la montaña para conseguir establecer un contacto continúo que os ayude, si la otra parte pone de su parte claro está, porque los milagros no existen.

Por ejemplo, imaginaros en un departamento de recursos humanos que depende de la dirección de la empresa, se proponen acciones y cosas nuevas, pero necesitarán contar con su aprobación u opinión. Otra cosa es que a este departamento le pidan, una vez hecha la propuesta, de hacer una encuesta sobre clima laboral, hacerla. Será en este momento, donde se deberán buscar la vida de cómo hacerla; sus responsables quieren que se haga, por lo que habrá que buscar la fórmula para facilitárselo.

Muchas veces, determinados responsables pretenden tener soluciones sin que se haga el trabajo previo de detección, estudio y análisis de los problemas y, a partir de aquí, se buscarán alternativas viables y adecuadas. Los remedios precipitados, “sobre la marcha”, son parches que traen, a la larga, mayores problemas. La iniciativa engloba todo ese proceso, no sólo dar los arreglos de las cosas por arte de magia.

Hay que buscarse la vida con el soporte y apoyo de la organización en la que trabajáis para no tirarse a la piscina con el riesgo de que no haya agua en la misma.

Puede ocurrir que a uno le digan lo que quieren pero no se lo expliquen bien. En situaciones como estas, hay que demostrar también tener iniciativa para dialogar con el superior con la intención de comprender lo que se quiere en realidad. A veces uno entiende todo lo contrario de lo que se le pide.

El problema es que todo el mundo piensa que tiene iniciativa y luego, a la hora de la verdad, se demuestra que no la tienen. Por ejemplo, muchos “júnior”, en sus primeros meses de sus carreras profesionales van aprendiendo las diversas tareas. Una vez que ya saben hacerlas, esperan a que sus responsables o compañeros les digan que las hagan, pese a ser conscientes de que saben y pueden hacerlas ¿esto es iniciativa? Desgraciadamente esto es no tener nada de iniciativa ni decisión. Las cosas, una vez que se sabe como y cuando hacerla, se hacen y si de algo se duda, se puede preguntar a los compañeros para daros soporte. Ellos tienen más experiencia, no hay que dudarlo, pero… ¿Cómo creéis que comenzaron ellos? Pues igual. Todo el mundo ha sido en su pasado un novato. Pero supieron, con su iniciativa, organizarse y buscarse la vida para sacar el trabajo adelante. Y es que cada uno tiene que ser gestor de sus tareas y saberse buscar alternativas de cómo llevarlo a efecto.

La iniciativa creo que es algo innato, que va con la personalidad de cada persona, dependiendo de la autonomía y seguridad que tengan en ellos mismos. La sociedad actual parece ser un poco más acomodada, (mal) acostumbrada a que se le de todo hecho, sin que nada conlleve esfuerzo alguno; luego se piensan que va a ser toda la vida igual y se pegan el golpe con la dura realidad.

Esto es un problema cultural que comienza en la infancia, donde muchos padres hacen a sus hijos dependientes de los demás, dándoles excesiva protección sin darse cuenta de que sus hijos van evolucionando y necesitan madurar y ser independientes. Educar no es dar a los hijos todo lo que quieren; esto es malcriar. Que los padres no lo hayan tenido no quiere decir que sus hijos lo tengan que tener de golpe. Las cosas llevan su esfuerzo conseguirlas y hay que ganárselas por uno mismo. Cuando tienen problemas vuestros hijos tenéis que darles soporte pero tienen que aprender a buscarse la solución ellos mismos, dándoles vosotros las herramientas, pero nunca la solución.

En el ámbito labora, la iniciativa hace que las personas se estén constantemente proponiendo nuevas ideas sin que se las pidan y planteándolas para estar en constante mejora. Son personas que se fían de su instinto para buscar alternativas. Suelen captar lo que quiere la gente al vuelo, tras unas breves pinceladas de lo que necesitan. O al conocer ya a cada persona, se anticipan a ellos porque saben cómo son y cómo actúan, poniendo las herramientas para complementarse bien. Todas las partes tienen que poner de su parte y apoyarse.

Las personas con iniciativa toman la palabra de forma natural para hacer oír su punto de vista sin esperar el consenso de la mayoría. Eso sí, saben decir las cosas con educación y tacto dando argumentos sólidos. Siempre hay que respetar todas las alternativas. Buscan soluciones para todo, pensando distintas alternativas que puedan resultar experimentando, sin olvidar controlar los riesgos.

Por supuesto la iniciativa también se puede potenciar con ejercicios que impulsen a ser más decidido a la hora de poner en marcha cosas, sin embargo, lo fundamental es que la persona tenga actitud de potenciar esta cualidad.

Por eso, hasta que los trabajadores no estén en su puesto de trabajo demostrando cómo actúan en su día a día, no vais a poder saber si esas personas tienen iniciativa o no. Podréis tener la intuición o la impresión de que la tienen. Los tests psicotécnicos y las dinámicas grupales pueden dar estas variables con práctica y preparación. Las personas son como los melones: hasta que no los pruebas, no se sabe cómo sabrán a pesar de lo que puedan aparentar.

Antes de decir que se tiene iniciativa, se debe saber lo que significa en realidad y analizar de forma objetiva, buscando ejemplos reales que lo demuestren. Hacer el trabajo no es tener iniciativa, el como se hace y se resuelven los problemas del día a día, dará más pistas. Esperar a que se manden todas las tareas no es tener iniciativa, pero sí cuando se toman las riendas para solucionar, sin esperar a que se ordene.

También ayuda a potenciar la iniciativa que las compañías fomenten la participación y aportación de sus integrantes, dándoles libertad para hacer siempre con un control y soporte lógico. Si nada más comenzar a hacer algo se juzga sin dejar que las cosas vayan fluyendo se limitará mucho a la gente.