lunes, 2 de noviembre de 2009

ENTREVISTA A...... MÍCHEL SUÑÉN ESCRITOR

Para aquéllos que no te conozcan, ¿quién es Míchel Suñén?

En realidad, no soy mucho más que un niño hinchado de tiempo. Un tipo observador, curioso, sensible, simpatizante de la creatividad y la comunicación, sobre todo buen lector, a quien escribir le ayuda a conocerse e interpretar el mundo.


Profesionalmente, me dedico a la comunicación empresarial: soy creativo publicitario desde hace más de una década y, desde 2006, socio fundador y codirector de Zúmmum, la única agencia de publicidad con un aporte adicional de vitamina creativa.

En cuanto a la literatura, he publicado ocho títulos, entre ellos las novelas Si Muerte muriera... y ¿Quién sigue a Alguien?, el libro de relatos Nacieron desnudos y mi último trabajo, el ensayo Cómo enamorar hablando en público, publicado en abril de 2009. Ha sido, sin embargo, mi incursión en el género negro, con las exitosas novelas Diábolo (2006) y Látex (2008) lo que me ha permitido llegar a un mayor volumen de lectores y, según dicen algunos entendidos, pasar de ser una joven promesa a una firme realidad del panorama literario aragonés.

Aunque, sinceramente, lo que de verdad me importa es escribir buenas historias que gusten al lector.

¿Cómo surgió tu inquietud literaria?

He sido, desde niño, un insaciable lector y ya, con trece años, escribí una novelita ilustrada, curiosamente de misterio, titulada Convocatoria para matar. Siempre tenía en marcha algún cuaderno personal donde inventaba aforismos, reflexiones, letras de canciones y algún que otro poema. Y escribía multitud de cartas. Pero fue tras un viaje a la República Dominicana —donde viví una rocambolesca experiencia personal con visita a cárceles, corrupción jurídico-policial y marginalidad incluidas— cuando tomé la decisión de plasmar en un papel esas vivencias, condimentadas con buenas dosis de ficción, y asumí el reto con voluntad y constancia. Titulé el libro El horizonte desde el malecón, y fue publicado en 1998, en un periodo en el que recibí varias distinciones en diversos concursos literarios, las cuales me animaron a perseverar.

¿Cómo se te ocurrió la idea de publicar este libro sobre comunicación?

Este libro es un tributo a una profesión que desempeñé entre 1992 y 1998, con la que aprendí y me divertí muchísimo y a la que siempre estaré especialmente agradecido. Como profesor de oratoria tuve la oportunidad de escuchar cientos de historias de universitarios, profesionales, adolescentes, desempleados, emprendedores y todo tipo de personas. En el Instituto de Ciencias del Mercado, además, elaboré unas narraciones divertidas sobre un joven enamoradizo que, al declararse a sus presuntas conquistas, va cometiendo sucesivamente todos los errores que caracterizan a un orador novato.

El material estaba ahí, así como la morriña (que dicen los gallegos) sobre la disciplina oratoria. Así que escribí el libro. De hecho, iba a ser publicado en 2006, pero la irrupción y el éxito de Diábolo pospusieron el proyecto hasta este año, donde por fin ha visto la luz con una magnífica acogida.

Brevemente, ¿qué enfoque tiene este libro? ¿Ideas principales que pretende transmitir? Y ¿de qué va?

Cómo enamorar hablando en público es una guía de consulta rápida para todo tipo de oradores, sean principiantes o experimentados. Un muestrario ágil, ameno, completo y riguroso sobre los principios y premisas que determinan la verdadera comunicación oral, elaborado con sentido del humor a partir de mi experiencia personal, profesional y docente.

Incluye, además de las divertidas historias de Horacio, vivencias propias, trucos y recursos, consejos, sugerencias y los principios básicos que todos debemos conocer antes de saltar a la piscina de la comunicación oral. El lector no hablará mejor en público después de leerlo, pero estará en mejores condiciones para sacar el máximo partido, con la oportuna experiencia, al comunicador eficaz que lleva dentro.

Y, por si fuera poco, se lee con agilidad y una sonrisa permanente; no es, ni mucho menos, un manual tedioso y complicado, sino todo lo contrario. El propio libro está escrito aplicando las técnicas de exposición propuestas, por lo que engancha, motiva y entusiasma, como debe hacer todo buen discurso.

Personalmente para ti, ¿cuáles son las claves de una buena comunicación?

En general, conocimiento del público, del tema y de la situación, adecuación a las circunstancias, coherencia con la finalidad, sinceridad, fidelidad a uno mismo y llegada afectiva. En el ámbito específico de la oratoria, es fundamental querer hacerlo bien, preparar la intervención correctamente e ir ganando tablas mediante la experiencia. Se requieren dos tipos de preparación: próxima y remota (la mejora personal que dura toda la vida), un buen guión, humildad, sencillez y, cuando estamos ante el auditorio, naturalidad, entusiasmo y ganas de disfrutar y hacer disfrutar a los demás.

¿Qué hay que hacer para ser un buen comunicador?

Comunicar es poner lo propio en común. Así que la siguiente afirmación, que parece una perogrullada, cobra un papel decisivo: para ser un buen comunicador lo principal es tener algo propio que poner en común. Esto supone una exigencia adicional de reflexión, asimilación, curiosidad y acerbo cultural que potencia, automáticamente, la eficacia de nuestra comunicación.

Otro factor fundamental es la empatía: la capacidad de ponernos en el lugar de los demás para entender la realidad con sus criterios y sentir lo que ellos sienten. Esta cualidad nos permite dirigir nuestros mensajes con el enfoque del ‘tú’, y no con el del ‘yo’, que predomina casi siempre.

Para saber comunicar, ¿hay que escuchar activamente?
Por supuesto. Es imprescindible escuchar con los ojos y con el corazón, además de con las orejas, comprendiendo lo que el otro nos transmite y, yendo más allá, lo que pretende transmitirnos. A menudo bloqueamos la comunicación, y enquistamos una relación humana, porque nos enrocamos en posiciones personales que nuestro interlocutor puede también compartir, aunque nuestro inmovilismo le obliga subconscientemente a rechazar.

Pero no sólo eso: si no somos capaces de ponernos en el lugar de los demás, seremos incapaces de adecuar nuestro mensaje a sus inquietudes, expectativas y deseos. Un ejemplo ilustrativo: si queremos que un niño coma mazapán, porque consideramos que sus cualidades nutritivas le resultan valiosas para el crecimiento, qué le ofreceremos ¿una masa amorfa o graciosas figuritas de mazapán con motivos infantiles? Así hemos de actuar al comunicar, escogiendo la materia prima idónea para condimentarla y guisarla al gusto de sus destinatarios. Con habilidad, dedicación... y el máximo cariño.

¿Hacia dónde debe evolucionar la comunicación?

La masificación informativa actual, la urgencia permanente, la sociedad de la prisa y el consumismo generalizado nos han conducido a una situación en la que se intercambian datos sin el menor rigor, pues prima el hecho de comunicar frente a sus efectos. Pero la comunicación no es un fin en sí mismo, sino un medio para consolidar relaciones y mejorar como personas u organizaciones, como sociedad y como especie.

Un diálogo, pues, no ha de ser otra cosa que una investigación de la verdad. Actualmente, demasiadas personas dialogan sólo para reafirmarse en sus criterios o imponerlos al interlocutor. Cuando éste actúa de igual modo, nos encontramos en una situación de colapso comunicativo, de griterío generalizado en el que todos hablan pero nadie escucha.

¿Cómo podemos mejorar la comunicación pactada que se produce en una entrevista de trabajo?

Aplicando los principios inherentes a la comunicación oral. Para ello recomiendo la lectura de mi libro, porque ofrece recursos y sugerencias de aplicación inmediata. Es cierto que no podemos controlar algunos aspectos de este tipo de comunicación —quién nos entrevistará, qué está buscando la empresa exactamente, qué preguntas nos harán...—, pero debemos preparar metódicamente nuestra comunicación, conocer todo lo posible sobre la organización y la oferta de trabajo en cuestión (documentación previa) y tener absolutamente claros nuestros propios objetivos. La pregunta decisiva es: ¿cuál es mi finalidad concreta en esta entrevista de trabajo? Los lectores se dirán: conseguir ese trabajo. Muy bien, pero ¿a cualquier precio?, ¿sin considerar las condiciones o las circunstancias? He participado y dirigido algunas selecciones de personal y en muchas ocasiones los candidatos desconocían demasiadas cosas sobre sí mismos (no digamos sobre la empresa a la que aspiraban incorporarse) para obtener el trabajo.

En realidad, la organización está deseando encontrar a la persona idónea para el puesto; si nosotros lo somos, y sabemos por qué, no debe resultar difícil persuadirlos. Ahora bien, si no es así, o si desconocemos esos argumentos básicos, cualquier otro parecerá mejor opción.

La comunicación es el mal endémico de todas las organizaciones, independientemente de cuál sea su tamaño. ¿Por qué? ¿Cuáles son las soluciones para remediarlo?

La comunicación nunca es un mal, mucho menos endémico, en ninguna organización. Es en realidad una llave maestra, una oportunidad perpetua de mejora, intercambio y cohesión para todos sus miembros e integrantes. La mala comunicación, o la incomunicación, sí son problemas que cobran una extraordinaria importancia en todo grupo humano por diferentes motivos:

· La comunicación es una actividad genuinamente humana, inherente a las personas, por lo que estamos esencialmente expuestos a sus efectos negativos;

· Los errores de comunicación dañan poderosamente la imagen proyectada por las personas, las organizaciones y las marcas, la cual determina a su vez nuestras percepciones, motivaciones, expectativas y respuestas hacia ellas;

· Sin datos no hay estímulo. Sin información no hay acción. Sin comunicación no hay relaciones.

La principal dificultad estriba en trabajar adecuada y responsablemente en la dirección correcta, tratándose además de una actividad de la que todos tenemos nociones (porque somos agentes y receptores permanentes de comunicación), pero casi nunca los conocimientos precisos. Contar en las organizaciones con profesionales cualificados en esta materia, dejarles trabajar con libertad responsable y acudir a los expertos externos cuando sea necesario es imprescindible para mejorar la comunicación corporativa a partir de una estrategia previamente diseñada, compartida y coherente con lo objetivos de la organización. Aunque, para conseguirlo, también estamos obligados a comunicarnos, con lo cual volvemos al origen: la comunicación interpersonal.

¿Cuál puede ser el punto de partida? Como decía el rey árabe: «Dios dio al hombre dos orejas y una boca. ¡Luego debería escuchar el doble de tiempo del que habla!».

¿La crisis también llegará a la comunicación?

La crisis hace meses que ha llegado a la comunicación corporativa. En Zaragoza, sin ir más lejos, han tenido que cerrar varias agencias de publicidad y algunos medios de comunicación, y lo están pasando francamente mal muchas de ellas. En cuanto a la comunicación interpersonal, no cabe duda de que la crisis ha irrumpido como tema habitual de las tertulias y relaciones humanas, porque los hombres hablamos siempre de lo que más nos interesa. La crisis es actualidad, y seguirá siéndolo mientras lo mandamases político-económicos no se reúnan de verdad para comunicarse (poner lo propio en común), detectar las posibles soluciones y adoptar las medidas prácticas necesarias.

Mientras tanto, nos queda la palabra.
España es un país en el que se lee poco, según las encuestas. ¿A qué crees que es debido? ¿Y cómo se puede poner remedio?

Yo no creo demasiado en las encuestas: sé, por mi profesión, que lo que las personas dicen que hacen no siempre coincide con lo que hacen realmente. En cualquier caso, es una realidad evidente que en España se lee menos que en otras partes del mundo, seguramente por factores culturales y educativos. Somos gentes de la calle, nos gusta relacionarnos, disfrutar del sol, pasear, tomar unas cañitas y hacer otras muchas cosas; después, llegamos a casa derrengados y enchufamos la tele o el ordenador con actitud pasiva, dispuestos a tragarnos cualquier cosa para relajarnos. Éstas son, al menos, las justificaciones esgrimidas por los no-lectores. Pero son sólo los síntomas, no las causas del problema.

En mi opinión, durante demasiado tiempo las instituciones educativas españolas se preocuparon exclusivamente de enseñar técnicas de lectura y análisis de textos, así como de imponer la lectura de obras clásicas de la literatura escogidas con criterios muy alejados de los intereses y los gustos juveniles. No se trabajó la lectura como fuente de placer, diversión y elección personal, por lo que los estudiantes lo vivieron como una imposición tras la que había que realizar farragosos, aburridos e inútiles resúmenes. Así, en vez de acercarlos a la lectura, los distanciaron de ella.

La buena noticia es que esto está cambiando y, de hecho, cada vez son más los jóvenes que leen, a pesar de las múltiples alternativas de ocio con que cuentan.

Algunos expertos auguran la desaparición de los libros en formato papel. ¿Qué opinas al respecto?

Creo que no será así. Cierto es que las nuevas tecnologías impulsarán nuevos hábitos lectores (en realidad, ya lo han hecho) y el libro digital conquistará un determinado nicho del mercado. Pero la experiencia lectora no es sólo visual, también es táctil: implica acariciar las cubiertas, avanzar o retroceder pasando páginas e interactuar con el soporte físico que contiene la historia con la que disfrutamos. El formato electrónico nunca aportará esas sensaciones que la lectura, como experiencia placentera, necesita.

A ello hay que unirle el placer de la posesión, la tenencia y la exhibición de esos volúmenes en nuestras estanterías —ya leídos o en paciente espera—, algo que el packaging podrá en algunos casos compensar pero no satisfacer completamente.

Me aventuro a vaticinar, con todo el riesgo que conlleva tratar de anticipar tendencias y hábitos de uso, que el libro electrónico encontrará mayores oportunidades de difusión en los ámbitos de la lectura técnica o profesional, donde la necesidad informativa, la operatividad y la economía se anteponen al mero placer del lector.

La Red, ¿favorece o perjudica la comunicación?

La Red es un excelso universo de comunicación, que amplía de modo inimaginable sus posibilidades. Ahora bien, no deja de ser una herramienta que debemos aprender a utilizar con equilibrio, habilidad y corrección. Un cuchillo no es bueno ni malo, depende del uso que le damos; lo mismo ocurre con la Red, sólo que, al ser un producto tan reciente y novedoso, estamos todavía aprendiendo a utilizarlo.

Sin duda, Internet favorecerá a medio y largo plazo la comunicación, aunque se producirán por el camino cambios importantes a los que, poco a poco, tendremos que adaptarnos.

¿Crees en la comunicación 2.0? Y si la respuesta es afirmativa, ¿cómo la definirías?

La principal virtud de la comunicación 2.0 es que liberaliza las tribunas de opinión facilitando el acceso a la información y la difusión de todos los mensajes personales, acortando distancias y tendiendo puentes de plata entre las partes. Esto es, realmente, fantástico, sobre todo en aquellos escenarios donde las libertades personales se encuentran constreñidas y la opinión pública dirigida por los poderosos. Pero, al mismo tiempo, genera efectos secundarios: información y opinión se entremezclan peligrosamente, así que el receptor de esos contenidos debe ser lo suficientemente inteligente para asimilarlos de la manera idónea. Soy optimista por naturaleza: la especie humana acabará, con el tiempo, discriminando adecuadamente este binomio, y asimilará correctamente los mensajes; aunque habrá que solventar problemas y desencuentros de intensidades diversas. Evidentemente, en la actualidad hay abusos y usos indebidos de este tipo de comunicación (también de los cuchillos), pero aprenderemos a detectar esos errores y a superarlos, siempre y cuando tengamos muy presente que el universo virtual es un complemento, y no un sustituto, del universo personal en el que nos movemos. Somos seres de comunicación: comunicamos incluso cuando decidimos no hacerlo (si nos aislamos en una esquina, expresamos esa voluntad de aislamiento), por lo que la comunicación 2.0 abrirá, actualizará y explotará nuevos caminos relacionales, impulsando modificaciones pero potenciando, a largo plazo, nuestra capacidad de comunicación interpersonal global.

Una pregunta muy socorrida: un escritor, ¿nace o se hace?

El verdadero escritor posee de manera innata unos talentos y habilidades potenciales que permanecen en su personalidad en estado latente, como también le ocurre al futbolista, al comercial o al director de cine. Pero sólo el trabajo, la perseverancia, el afán de superación y la trayectoria personal actualizan esas potencialidades haciéndolas reales y extrayéndoles todo el partido.

Así que el escritor se hace, siempre y cuando haya recibido en la tómbola genética la materia prima necesaria.

En la actualidad, ¿tienes entre manos algún proyecto literario? ¿De qué tema trata?

Acabo de entregar al editor mi próximo libro: Diva o Muerta, una novela de intriga con atmósfera gótica que saldrá al mercado a finales de este año o principios del próximo. Es una historia sobre desapariciones, privación de libertad y amores obsesivos, con una trama cautivadora que reinventa algunos de los arquetipos de los relatos góticos de terror, y coloca a sus protagonistas al límite en situaciones extremas que generan acusados contrastes psicológicos e inesperadas reacciones.

Todo comienza en la primavera de 1980, cuando la carismática vocalista de Black Cat desaparece misteriosamente en Londres antes de un concierto, junto a uno de los músicos. A partir de ese momento, la banda de rock triunfa en todo el mundo y se convierte en un grupo de culto.

Veinticinco años después, una hermosa bielorrusa afectada por el desastre nuclear de Chernóbil es secuestrada, trasladada por Europa en ataúd y confinada en los sótanos de Thalarion, donde vivirá una pesadilla de la que, por amor, ya no querrá despertar.

El resultado es una impactante montaña rusa literaria con grandes dosis de intriga, emoción, pasión y auténtico misterio, que engancha inevitablemente desde el primer renglón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fui alumna suya, aún recuerdo los discursos ante la cámara de video, y las citas de célebres personajes con las que cerrábamos las clases.
Merche Molina

Juan Martínez de Salinas dijo...

Hola Merche,

Gracias por pasarte y participar.

Yo me leí su libro y me encanto. A parte es un gran profesional dispuesto a colaborar en cualquier momento sin conocerlo en persona y eso es admirable.

Saludos,

Juan