El verano va llegando a su fin. La gran mayoría de las personas habrán disfrutado de sus vacaciones ya, pero no todos. Los hábitos vacacionales de los españoles van cambiando y ya se disfrutan de las vacaciones a lo largo de todo el año ,por lo que ese concepto de “grandes capitales vacías en agosto” va alejándose, poco a poco, de la realidad.
Por estas fechas, es muy típico que se hable del síndrome postvacacional. Dicen sufrirlo 1 de cada 3 españoles. Personalmente creo que se exagera y que ni de asomo puede compararse con una depresión, a no ser que el tema venga ya de atrás por circunstancias acumuladas.
Soy de la opinión que es algo mental, magnificado por las personas que dicen sufrirlo porque realmente no deben tener una cosa mejor que hacer ni a la que dar vueltas. Indudablemente, siempre se está mejor de relax y desconectado del trabajo que no dentro de la rutina laboral. También esto suele pasar cuando el fin de semana llega a su fin y nos entra una pereza enorme de que llegue el lunes y el trabajo que conlleva. Además, cuanto menos hace uno en sus vacaciones más esfuerzo cuesta volver.
Posiblemente, muchas personas tienen problemas en sus trabajos por diversas circunstancias y les da “pampurrias” ir a trabajar, no solo los lunes, sino también los martes y todos los días sucesivos de las semanas. Cuando os ocurra esto, tendréis que plantaros e intentar cambiar la situación, tomando cartas en el asunto.
Esto es como la vuelta al colé; los niños, el primer día, lloran y después, tras reencontrarse con sus amigos y profesores, vuelven a cambiar el chip. El trabajo es igual porque uno vuelve y coincide con compañeros que hace semanas que no veía y se ponen al día, después vuelve a retomar temas laborales pendientes y nuevos que le motivan en mayor o menor medida, etc. También es cierto que cada persona se queja de lo que le ocurre a él, sin embargo, en estos días que vivimos, mejor es tener trabajo que no.
Estar de vacaciones eternas se nos haría inaguantable porque no podríamos disfrutar de ellas con nuestro círculo más cercano, puesto que ellos tendrían obligaciones que atender y las vacaciones se tornarían rutina. Lo bueno de las vacaciones es que siempre nos sacan de lo que hacemos todos los días.
Las vacaciones prolongadas son un sueño utópico. Aquellos que este año ya lo empezaron en paro, supone que tienen que matar el tiempo como pueden para no volverse locos, dándole vueltas a la cabeza de qué hacer y hacia donde enfocarse porque por mucho que se dediquen en cuerpo y alma a buscar trabajo, tienen todo el día para pensar.
Así que hay que ser maduros y saber controlar esos sentimientos. Cuando se aproxime la fecha de vuelta a la rutina laboral es recomendable comenzar un par de días antes a amoldarse de nuevo a esa vida y hacerse a la idea para que la vuelta sea lo menos dura posible, que dependerá de cómo lo queráis afrontar cada uno de vosotros.
Me parece increíble que muchas personas tengan que acudir a terapia por este tipo de patologías a las que se le da bombo y platillo, que hace que la gente se apunte a “la moda” de tener síndrome postvacacional porque es “cool” y “todos mis amigos están deprimidos por volver a trabajar”. Y así, de paso, muchos, si pueden, se escaquean un par de días del trabajo con el cuento este.
viernes, 4 de septiembre de 2009
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8 comentarios:
Completamente de acuerdo con tus reflexiones; el problema de la vuelta de las vacaciones lo tenemos todos los días, así que llamarle depresión es algo más que un exceso.
Saludos
Hola Agustí,
Gracias por participar.
Veo que coincidimos plenamente en este punto de vista.
Saludos y buen fin de semana,
Juan
Ese síndrome también lo tenemos en Perú.
También estamos aprendiendo a evitarlo.
Haz tocado un buen punto.
Un abrazo desde Perú
Manuel
Hola Manuel,
Gracias por pasarte y participar en mi blog.
La verdad que este síndrome existe en todos los países porque este tipo de cosas se extienden rápidamente. Debe ser cuestión de modas.
Saludos,
Juan
Hola Juan,
Ya estoy por aquí de nuevo.
Lo de la depresión postvacacional a mí también me parece excesivo y típico de personas que tienen mucho tiempo libre. Es cierto que el primer día cuesta un poco ponerse al día, pero al segundo ya está todo en orden de nuevo, al fin y al cabo unas largas vacaciones acabarían por aburrirnos.
Un saludo.
Hola Carol,
Espero que te sea leve el regreso.
Gracias por pasarte y veo que coincidimos al 100% en el planteamiento de este tema.
Saludos,
Juan
Hola Juan,
¡qué grandes verdades! estoy totalmente de acuerdo con lo que apuntas en este post.
Creo que la cuestión a analizar es el nivel de satisfacción que nos aporta el trabajo (primavera, verano, otoño e invierno). De los que se sienten bien ¿cuántos se deprimen?
Hay demasiado victimismo y pocos deseos de cambio de nuestras vidas (y apunto todo esto a pesar de la crisis)cuando algo no nos gusta.
¿Excesivo conservadurismo? ¿necesidad de mantenernos en nuestros trabajos a pesar de lo que sea o de lo que venga? ¿Cada cuánto tiempo cambiamos de trabajo? ¿comparamos las medias de rotación laboral de otros países europeos?
Bueno,no me voy a liar más.Un abrazo desde Bilbao.
Buenos días Maider,
Gracias por participar.
Veo que coincidimos al 100% en el planteamiento. Si algo no nos gusta debemos de cambiarlo y no buscar excusas tontas para esconder el verdadero motivo de nuestro descontento.
Como bien apuntas tenemos que escucharnos más a nosotros mismos y seguir avanzando siempre por muy tortuoso que parezca el camino.
Un abrazo,
Juan
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