La gran mayoría de personas en nuestros trabajos somos gestores de diferentes políticas o acciones de diversa índole, que vienen impuestas por nuestros responsables.
Podemos manifestar nuestro desacuerdo con las mismas, tendremos suerte si nuestro responsable nos escucha, porque eso denotara que presta atención a lo que dices, lo comparta o no.
Lo realmente desesperante es cuando tu jefe directo ante nuestro replanteamiento de pensar dos veces ciertas decisiones, simplemente te oye, es decir, le da igual lo que puedas decirle, ya que realmente no presta atención.
Estos intercambios de puntos de vista son importantes entre subordinado y jefe, ya que muchas veces nos pueden hacer ver las carencias de ciertas decisiones.
Finalmente lo mejor llega cuando el enfoque planteado por tu jefe es erróneo en muchos aspectos, y repercute negativamente en la empresa.
Llegado a este punto los dueños de la empresa deciden destituir a este tipo de responsables por su irresponsable papel.
Tiene igual de responsabilidad el responsable destituido, como los dueños de la empresa, porque estos últimos no han supervisado de forma adecuada.
Pero lo mejor de todo, es el papelón que se les queda a los gestores de esas políticas erróneas, ya que por muy bien que puedas realizar tu trabajo, se te va a reprochar todo, ya que esas tareas realizadas eficientemente por ti, son consecuencia de caminos erróneos tomados por otras personas.
Como reflexión diré, que esta situación es injusta, porque el gestor de esas acciones no es responsable de las consecuencias negativas, debido a que el simplemente es una pieza del rompecabezas impuesto por el brazo ejecutor de las decisiones.
Dejo una pregunta en el aire:
¿Es el gestor responsable de las decisiones equivocadas del ejecutor?
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