Siempre surge el eterno debate sobre si es bueno aceptar nuestros errores o es demostrativo de debilidad. Está claro que cada uno puede pensar lo que quiera porque somos libres de hacerlo, otra cosa es que se comparta su opinión.
Personalmente, lo tengo claro: rectificar es de sabios y dice mucho de las personas que lo hacen y también de las que no.
Por ejemplo, muchas personas que ocupan puestos de responsabilidad se piensan que siempre tienen que mostrar una posición de supremacía y seguridad por su imagen. Con esto, equivocadamente, creen que ellos siempre llevan razón y que, por lo tanto, nunca se equivocan. Por esto, ellos no tienen que reconocer nada porque, en caso de que haya culpables, siempre serán otros y no ellos.
Lógicamente, con este pensamiento “tan abierto” les pregunto una cosa ¿Realmente nunca se han equivocado? Y por otro lado me gustaría que me dijesen ¿Qué tiene de malo reconocer que se han equivocado?
Para comenzar, me gustaría decir que todos nos equivocamos y el que diga lo contrario, está claramente mintiendo. Otra cosa es que se niegue a reconocerlo por distintos motivos que, por el momento, no llego a entender. Siempre estoy abierto a escuchar sus comentarios.
Tengo también claro que reconocer que nos hemos equivocado no tiene nada de malo. Todo lo contrario: creo que es muy positivo. Está claro que a nadie nos gusta equivocarnos pero es inevitable y hay que llevarlo con naturalidad, asumiéndolo. Lo verdaderamente importante no es cometer el error sino reconocerlo y buscarle soluciones, analizando qué lo motivó para evitar que vuelva a ocurrir. Si no fuera así, el respetable refranero español no tendría el refrán “el hombre es el único animal que tropieza varias veces en la misma piedra”. En caso de pretender dejar pasar el error como si no hubiera pasado nada provocará que, en el futuro, lo podamos volver a cometer por no haber sabido ponerle remedio en su momento.
También opino que las personas que ocupan puestos de responsabilidad son los primeros que tienen que reconocer públicamente que se han equivocado y asumirlo porque esto demuestra que son personas de carne y hueso como todos los demás que hace el resto de miembros de su organización los vean a partir de ese momento de una forma mucho más positiva.
Independientemente del puesto que ocupen, aquellos que no reconocen sus errores, suelen ser personas inseguras y con muchos complejos, que no se aceptan a si mismas y que pretenden proyectar una imagen equivocada, adquiriendo actitudes prepotentes que pretenden dejar a los demás siempre mal, haciendo lo que sea preciso para estar siempre por encima o, al menos, aparentarlo. Este tipo de comportamientos o actitudes son totalmente infantiles y demuestran la clase de profesionales que son.
En las empresas, de arriba a abajo y en todas las direcciones, tienen que fluir libremente la transparencia, llevando las cosas con normalidad. No hay que sacar ninguna situación de contexto ni tomar decisiones precipitadas porque alguien se equivoque. Esto dependerá mucho de cómo se comporte la persona que se equivoco. Ante todo hay que dar la cara y asumir con humildad lo que tenga que venir independientemente de que en un principio os pueda conllevar consecuencias poco agradables, sin embargo, conforme pase el tiempo veréis que tomasteis la decisión adecuada y que se os tendrá en cuenta de forma positiva.
Pasando al campo político, por ejemplo y hablando de asumir errores, lanzo una pregunta ¿Cuánto cargos políticos asumen sus errores? Pues podemos afirmar que muy pocos. Si os dais cuenta, son raras las excepciones de políticos que dimitan o asuman sus errores, intentando siempre “pasarle el marrón” a otro o desviar la atención hacia otro lado. No sé que tiene el poder.
Ante todo, debemos ser responsables y coherentes con nosotros y con nuestros actos independientemente de lo que piensen los demás porque todos sabemos lo que está bien y mal; otra cosa es que queramos o nos interese verlo.
Conclusión de todo esto: no pasa nada por reconocer que os equivocáis porque es algo que le ocurre a todo el mundo y no es lo mismo cometer un error a propósito que de forma accidental o sin darnos cuenta porque la cosa cambia considerablemente respecto a las consecuencias que puede conllevar.
Así que todo el mundo debe estar dispuesto a dar la cara para lo bueno y para lo malo. La comunicación siempre es positiva y hay que saberla usar a nuestro favor porque no olvidéis que tarde o temprano todo se sabe aunque muchas veces se intente ocultar.
viernes, 15 de mayo de 2009
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2 comentarios:
Por su puesto que asumir y reconocer los errores es un acto de valentía y también de humildad. Y es por eso que no me gusta la gente que los reconoce a regañadientes y porque la sociedad lo exige, tal y como lo hizo Pepe (R.Madrid)después de patear a otro futbolista.
Es decir, no creo tanto en el hecho de reconocerlos, sino en la forma de hacerlo, allí reside la importancia del acto.
SM
Hola SM,
Gracias por participar.
En efecto, reconocer los errores demuestra valentía y humildad a la vez, dos valores muy importantes, que parece que hoy en día muchas personas parece que olvidaron.
Efectivamente, es fundamental la forma en que se reconocen los errores y el motivo que les impulsa. De nada sirve reconocer un error por las críticas que te genera y al pasar varios días no te queda más remedio que apechugar para intentar rectificar.
Las cosas nos tienes que salir de forma espontánea porque somos conscientes de ello.
Saludos,
Juan
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