viernes, 12 de septiembre de 2008

EL CUELGA MEDALLAS

Siempre hay que trabajar duro para sacar tareas y asuntos profesionales adelante. En más de una ocasión se precisa la colaboración de algún otro compañero para culminar con éxito algún asunto y no hay nada de malo con ello. También, en otras ocasiones, seréis vosotros los que tengáis que prestar vuestra ayuda a ese compañero o a algún otro.

Esto hay que verlo con normalidad y reconocer la ayuda a los compañeros que os ayuden en alguna gestión, reconociéndoselo públicamente para que vean vuestra gratitud y agradecimiento. Hasta aquí todo normal.

Sin embargo, hay un tipo de personas que existen en todas las organizaciones que dejan mucho que desear y que yo les llamo “los cuelga-medallas”.

Son personas egoístas y egocéntricas que siempre tienen que ser el centro de atención allí por donde pasan. Suelen ser muy diplomáticos y tienen mucha labia hasta que se les ve el plumero. No van a dudar en prestaros su ayuda en las gestiones de algún asunto por muy pequeñas que sean. Una vez culminado con éxito ese asunto no van a dudar en atribuirse todo el merito para llevarse el reconocimiento de todos, sobretodo, del director. Esta actitud os deja en un segundo plano tras haber llevado todo el peso en la gestión.

No en vano, se dice que lo más importante no es hacer sino hacer que se hace y preocuparse de que ciertas personas se enteren.

No sería la primera vez que determinado departamento comenzáis la gestión de un asunto dando todas las alternativas para conseguir una solución y cerrarlo, sin embargo, por diversas circunstancias ajenas a vosotros se paraliza el asunto, cayendo en el olvido. Pasan los días y semanas hasta que una persona ajena a vuestra área os pide toda la información sobre ese asunto que sólo queda rematarlo cuando los de arriba quieran. Como se suele decir “las cosas de palacio, van despacio”. Os indica que necesita ojearlo para informarse u os da cualquier excusa que nos haga levantar sospechas.

Pasan unos pocos días sin que tengáis noticias. Hasta que de repente os encontráis en el Outlook de vuestro trabajo un correo a todos los miembros de vuestra compañía por parte de las altas esferas agradeciendo públicamente a esa persona su trabajo para culminar con éxito ese asunto que estaba sin resolver. Por supuesto, vosotros no aparecéis por ningún lado quedando vuestra labor en el más absoluto de los anonimatos, pasando desapercibida para los altos mandos.

Y no es que todo lo que hagamos tenga necesariamente que darnos una palmadita en la espalda el jefe. Pero sí que fastidia que uno en particular, el de siempre, sea el que se beneficie del trabajo de los demás, sin haberle prestado esfuerzo alguno.

A estas personas, finalmente se les ve venir. Por eso, si no habéis pedido ayuda nada de pasar toda la información de determinado asunto gestionado por vosotros a otro compañero que se muestra receptivo a ayudaros, a no ser que también estéis involucrados vosotros.

Obviamente, no soy partidario de creer al 100% el dicho de “piensa mal y acertarás”. Aunque si que debo deciros que hay que ser cauteloso y deberemos controlar todo aquello que tengamos entre manos y cuando algo que teníamos aparcado lo cedamos a alguien, habrá que dejar claro que parte del trabajo también es vuestro.

Si en alguna ocasión os encontráis antes este tipo de situaciones con gente de esta calaña moral no podéis quedaros de brazos cruzados viendo como se llevan el mérito que os correspondía a vosotros por haber abusado de vuestra buena fe. No os debe frenar la posición que pueda ocupar esa persona en vuestra organización.

Si habéis llevado toda la gestión de ese asunto tenéis pruebas que pueden demostrar que vosotros fuisteis los iniciadores, impulsores y artífices que propiciaron el final que tuvo ese asunto. Y que esa persona que se ha llevado el merito omitió indicar que él sólo realizo una pequeña colaboración o simplemente se le olvidó mencionarlo.

Muchas veces, las organizaciones cometen el error de recompensar al que culmina el asunto sin pararse a analizar quienes son las personas que han desarrollado ese proyecto. A veces las apariencias engañan; solamente hay que saber y querer ver mas allá de lo que puede parecer evidente.

Cada uno de vosotros debéis llegar a donde os corresponda por vuestros propios méritos sin aprovechar lo realizado por otra persona para llegar a determinada posición. Este tipo de atajos que algunos toman tarde o temprano se pagan caros; todo al final se descubre. Además, por una vez en vuestra vida pensad ¿Cómo os sentaría a vosotros que os hiciesen eso?

Una vez descubiertas estas personas, tolerancia cero ante este tipo de actuaciones por su parte. Si permitís en vuestras organizaciones este tipo de triquiñuelas, conspiraciones y fraudes por parte de alguno de vuestros trabajadores, seréis vosotros más culpables que ellos por permitirlo.

Así vais a tener a verdaderos tiburones en vuestras filas que no dudarán en haceros lo mismo si tienen oportunidad; a estas personas no se les interpone nada ni nadie sino se les para los pies.

14 comentarios:

José Miguel Bolívar dijo...

Hola Juan,

Con los "trepas" hay que tener tolerancia cero.

Una cosa es colaborar con los compañeros y otra es hacer el pardillo para que siempre se beneficie el "aguililla" de turno.

JM

Juan Martínez de Salinas dijo...

Hola JM,

Cierto tolerancia cero con los trepas. Hay que colaborar con los demás pero sin descuidarse.

Saludos,

Senior Manager dijo...

Hay un problema aledaño que posiblemente haya quedado afuera... y es que para que las malas intenciones funcionen en una empresa, deben existir también jefes permisivos que hagan la vista a un lado y que dejen que este tipo de hechos pasen.

Juan Martínez de Salinas dijo...

Hola SM,

Para que pasen estas cosas tiene que haber responsables que permitan que pasen y desgraciadamente esto es una realidad. Hacen la vista gorda ante determinadas personas.

Con esto de todas formas te dicen que tipo de organización representan.

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Lo has descrito perfectamente, Juan. Es cierto también, como dice Senior M., que estas personas prosperan con superiores que los "aceptan" porque se identifiquen con esa forma de actuar. En tal caso, no sirve de mucho pararles los pies, porque les van a abrir el paso nuevamente. Siempre digo que, ante este tipo de personas, queda la satisfacción de saber que uno es LIBRE y ellos no conocen las ventajas de serlo. Pero claro que fastidia. Incluso en el caso de tener la necesaria confianza en ti como para no necesitar el reconocimiento de nadie, las injusticias duelen.

Juan Martínez de Salinas dijo...

Hola Concha,

Gracias por participar.

En efecto a este tipo de personas les dan alas sus responsables que les permiten este tipo de actuaciones sin hacer nada al respecto.

Obviamente si uno tiene la suficiente confianza en si mismo no necesita el reconocimiento de nadie, sin embargo, como bien dices las injusticias molestan.

Depende de nosotros saber que camino es el adecuado porque la libertad permite hacer esto.

Saludos,

Anónimo dijo...

Si os fijáis bien, este tipo de "trepas" se dan en cualquier organización no laboral: colegios, universidades, comunidad de vecinos, grupo de amigos, etc.
Creo que es un problema que nunca acabará, siempre habrá gente que se aprovecha y gente inocente.
Un saludo.

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Ese es otro asunto clave, Carol, que saben muy bien de quien servirse. Nolmalmente, de personas buenas e inteligentes, pero vulnerables emocionalmente. Raramente van a tomar las ideas de alguien a quien ven verdaderamente fuerte y hacerlas suyas, porque suelen ser muy cobardes. Por eso, cuando te encuentres en situación de víctima de esas personas desaprensivas (y débiles) hay que hacerse una pregunta:

¿Por qué atraigo estas situaciones?

A partir de ahí, comienzas a trabajar tus fortalezas y los cuelgamedallas no te ven como blanco de su egoísmo. Te respetan. A partir de ahí... todo es distinto. Eso sí, eres tú quien cambia, no ellos, que seguirán buscando personas brillantes y bondadosas de las que aprovecharse. Y sí, están en todas partes.

Hay una frase de Millán, de Martes y trece, que utilizo mucho, porque me parece muy gráfica:

"Las personas con poca luz tienen muy mala sombra" :-)

Todo esto me lo pregunté hace tiempo, así que disculpa Juan, porque casi me adueño de tu blog con este comentario tan extenso;-)

Juan Martínez de Salinas dijo...

Hola Carol,

Efectivamente esto se da en todos los ámbitos de la vida no sólo esta reducido al trabajo.

Este tipo de gente existe en todas las partes. El problema es que mucha gente no se atreve a plantarles cara.

Saludos,

Juan Martínez de Salinas dijo...

Hola Concha,

Excelente matización.

Como bien dices este tipo de gente ya saben a quien atacar por el perfil que cumplen.

Se aprovechan de la gente demasiado buena que piensa bien de todo el mundo y que no plantan cara antes las injusticias por no buscarse problemas. Esta no es una solución.

Así que las personas que sufran este tipo de abusos tienen que plantarles cara a los cuelga medallas y a partir de ese momento les dejaran tranquilos.

Ya que son personas muy cobardes que se suelen aprovechar de la posición que ocupan.

Saludos,

Manuel Navarro dijo...

Hola a todos, acabo de descubrir este blog y la lectura no ha podido ser más apropiada.
En mi ex-empresa es una práctica habitual por la alta dirección, quizás promovido por la edad del Director General (72 años que prácticamente no le permite darse cuenta por sus propios medios de los verdaderos precursores de las ideas), o por la edad y preparación de los directivos de determinadas áreas, (todos con el mismo perfil: edad avanzada, y poca o ninguna formación académica).
Mi teoría es que el miedo a que alguien joven y con formación, aporte ideas y los desplacen de sus puestos o pongan en entredicho sus capacidades, hace que en determiandas organizaciones ésta sea una práctica común.

Tolerancia cero a los tremas!!!

Anónimo dijo...

Hola Concha,
Me ha encantado tu aportación, pero discrepo en la descripción de la víctima: "inteligente pero vulnerable emocionalmente". Para nada pienso que sea vulnerable emocionalmente, más bien que es poco asertiva y no sabe decir "no", o por el miedo a quedar mal. Por desgracia, estas situaciones las he vivido (no en el mundo laboral porque acabo de estrenarme, pero sí en los estudios) y ni yo me considero una persona vulnerable emocionalmente, ni los demás me consideran así (más bien soy una persona de carácter fuerte, para lo malo y lo bueno). Simplemente he pecado de "pardilla", o de no saber decir "no" ("no copies mi trabajo", "no te lleves mi mérito", etc.)
La experiencia juega un papel importante, por lo que creo que aprendí la lección.
Un saludo.

Juan Martínez de Salinas dijo...

Hola Manuel,

Gracias por participar y por pasarte.

En efecto, hay veces que ciertos responsables al final de su carrera profesional se niegan a permitir a las personas de otras generaciones con capacidades y ganas de desarrollarse a seguir avanzando para llevar a su organización muy lejos.

Con esta actitud consiguen quemar a las personas con talento quedándose solos y llevando a esa compañía a un callejón sin salida alguna.

Saludos,

Juan Martínez de Salinas dijo...

Hola Carol,

En efecto a veces las personas que sufren de las calamidades de los cuelga medallas son personas con carácter, sin embargo, su buena fe y falta d experiencia hace que les sirvan de poca ayuda y aprenden a base de golpes como la gran mayoría de los mortales.

Este tipo de personas abusan en todos los ámbitos y desde bien jóvenes tenemos que aprender a decir no. Teniendo claro que esto no supone traicionar a nadie sino tomar las decisiones justas.

Saludos,