Todos creo que tenéis claro cada vez más lo importante que es saberos gestionar vuestro tiempo para poder llegar a todas vuestras tareas y responsabilidades profesionales en el plazo establecido.
De todas formas, bajo mi punto de vista, esto simplemente está claro a nivel teórico porque luego, a la hora de la verdad, no se nota. Hoy en día, habría que lanzar en las organizaciones la siguiente pregunta ¿Quién no ha recibido en mayor o menor medida un curso sobre cómo gestionarse su tiempo de forma eficaz?
Las empresas son conocedoras de lo importante que es que sus trabajadores sepan sacar provecho de su tiempo y, por ello, deciden invertir dinero en este tipo de formaciones. De la misma forma, aquellos trabajadores que quieran aprenderlo por su cuenta tienen multitud de cursos gratuitos presénciales y online.
Los temas que se suelen tratar es cómo y cuándo chequear el correo electrónico, por ejemplo, que es un gran ladrón de tiempo, a diferenciar entre asuntos urgentes, importantes y sin trascendencia, a marcar limites a los demás para que respeten vuestro tiempo, a establecer nada más que lleguéis a vuestro puesto de trabajo un planning con las tareas que debéis ejecutar ese día con una estimación de tiempo objetiva, a saber concretar lo que queréis al hablar por teléfono, etc.
Todo muy fácil visto de forma teórica. El ponerlo en práctica es lo complicado. El éxito dependerá de los asistentes al curso, no ya tanto de los formadores.
Sin embargo, la gran mayoría de los asistentes a este tipo de cursillos, pretende que tras haber recibido la formación, su tiempo de trabajo se gestionará de forma eficiente de forma automática, sin tener que hacer nada diferente. Si pensáis y actuáis así, ya podréis hacer el cursillo tantas veces como queráis que no os será provechoso.
Si por el contrario, se quiere poner en práctica lo enseñado, se deberán establecer los puntos clave a cambiar, haciendo una comparativa entre como se deberían hacer las cosas y como se hacen realmente. Una vez detectados los puntos a cambiar, habrá que ser metódico y hacerlo poco a poco. Si se hacen todos a la vez, se suele caer en el agobio y se terminará dejándolo por imposible. No es cuestión de que en los dos primeros días, en plan radical haya que cambiar todo, para que llegue el tercero y se olvide todo, volviendo a los viejos hábitos. Claramente, una perdida de tiempo. El cambiar los hábitos en la gestión del tiempo requiere constancia para triunfar.
Por supuesto, se debe estar convencido de las ventajas para dedicarle esfuerzo a cambiar. Igualmente no habrá que hacer caso a los demás aunque el cambio les parezca una perdida de tiempo.
Por ejemplo, vamos a pensar que tras el análisis previo uno de vosotros ha detectado que tiene que cambiar:
- Organización y planificación diaria.
- Lectura y gestión del correo.
- Comunicación telefónica.
- Hacer ver a los demás la importancia de sus tareas.
Decidimos comenzar a poner en práctica lo aprendido sobre organización y planificación de tareas. Lo primero que hace esta persona nada más llegar es comenzar por lo primero que encuentran sus ojos, sin pararse a pensar si es necesario hacerlo en ese momento. Simplemente, es porque lo ve como que así ya se lo quita. ¡Nada de eso! A partir de ahora, lo primero que debéis hacer nada más encender vuestro ordenador es sacar vuestra agenda y establecer las tareas previstas para ese día por orden e importancia, marcando un plazo para cada cosa. Debéis comenzar a controlar si lo cumplís y en caso de que no lo hagáis (al principio es normal) hay que buscar los motivos que nos llevaron a no hacerlo para ponerles freno en el futuro. Debéis prestar especial atención en primer lugar a lo realmente importante y no a lo urgentísimo para otras personas. Más adelante, en tiempos libres o muertos que sobren hasta comenzar la siguiente tarea se podrá dedicar tiempo a sacar trabajo necesario como responder emails, hacer llamadas, etc. El proceso se tendrá que ir puliendo día a día.
La lectura y gestión del correo es necesaria y tenéis que hacerlo unas cuantas veces al día para chequear qué ha llegado. Por ejemplo, a primera hora de la mañana, a mitad de la misma, después de comer y a última hora de la jornada. Y el resto de la jornada no se debería mirar para poder avanzar en el resto. Hay quienes viven obsesionados con su correo, quizás porque, en muchas ocasiones, se abusa del mismo. Antes de enviar un correo, se debería uno formular estas preguntas: ¿Es realmente necesario? ¿Qué finalidad tiene el mismo? ¿Qué se quiere transmitir? Incluso, ¿Puede esperar la respuesta?
Otro tema importante es la comunicación telefónica, donde se pierde mucho tiempo de trabajo porque uno se “enrolla” más de la cuenta tratando de todo menos el tema para el que se ha llamado. Igualmente, hay que intentar contestar a ¿Cuál es el motivo de la llamada? ¿Puedo obtener la respuesta de otra forma? ¿Qué quiero decir? ¿Qué necesito obtener? El tiempo no sobra, así que siempre es aconsejable ser breve. En caso de que os llamen debéis de enfocar a las personas que están al otro lado del teléfono a ir hacia lo importante. Si el tema se alarga amablemente debéis de sugerir al otro interlocutor que cuando tenga claro lo que necesita os vuelva a llamar.
Luego esta la polémica por excelencia: hacer ver a los demás la importancia de la tarea que os solicitan. Todo el mundo, cuando necesita algo, es urgentísimo y luego van pasando los días sin acordarse de aquello que pidieron. Una cosa es que sea urgente para quien lo pidió y otra cosa es que tenga máxima prioridad. Así que debéis de concretar con la persona que os solicita algo, independientemente de que cargo ocupe ¿Para cuando se necesita realmente? También tendrá que quedar claro que lo que se solicita es realmente necesario.
Una vez cogida la marcha veréis como os sobra más tiempo; no siempre es cuestión de quedarse más tiempo sino de distribuirse adecuadamente el tiempo, llevando un orden de todas las cosas para que estén bajo control.
Si aun llevando a cabo todo lo aprendido en un curso de gestión del tiempo, no dais abasto, quizás el problema no esté en vosotros sino en la parte de la organización que os distribuye el trabajo y que determina los recursos necesarios en vuestro departamento. Estará quedando patente que tenéis asignadas más tareas de las que podéis gestionar. Así que habrá que reestructurar el departamento para evitar quemar a la gente.
La gestión del tiempo es clave para todos y para conseguir ponerlo en práctica, hay que concienciarse. De nada sirve poner el medio si luego no se ejecuta lo aprendido. Esto supone hacer perder el tiempo y el dinero de toda la empresa.
La cuestión es hacer de una vez por todas que la gestión del tiempo sea efectiva al 100% porque se hacen las cosas con cabeza.
De todas formas, bajo mi punto de vista, esto simplemente está claro a nivel teórico porque luego, a la hora de la verdad, no se nota. Hoy en día, habría que lanzar en las organizaciones la siguiente pregunta ¿Quién no ha recibido en mayor o menor medida un curso sobre cómo gestionarse su tiempo de forma eficaz?
Las empresas son conocedoras de lo importante que es que sus trabajadores sepan sacar provecho de su tiempo y, por ello, deciden invertir dinero en este tipo de formaciones. De la misma forma, aquellos trabajadores que quieran aprenderlo por su cuenta tienen multitud de cursos gratuitos presénciales y online.
Los temas que se suelen tratar es cómo y cuándo chequear el correo electrónico, por ejemplo, que es un gran ladrón de tiempo, a diferenciar entre asuntos urgentes, importantes y sin trascendencia, a marcar limites a los demás para que respeten vuestro tiempo, a establecer nada más que lleguéis a vuestro puesto de trabajo un planning con las tareas que debéis ejecutar ese día con una estimación de tiempo objetiva, a saber concretar lo que queréis al hablar por teléfono, etc.
Todo muy fácil visto de forma teórica. El ponerlo en práctica es lo complicado. El éxito dependerá de los asistentes al curso, no ya tanto de los formadores.
Sin embargo, la gran mayoría de los asistentes a este tipo de cursillos, pretende que tras haber recibido la formación, su tiempo de trabajo se gestionará de forma eficiente de forma automática, sin tener que hacer nada diferente. Si pensáis y actuáis así, ya podréis hacer el cursillo tantas veces como queráis que no os será provechoso.
Si por el contrario, se quiere poner en práctica lo enseñado, se deberán establecer los puntos clave a cambiar, haciendo una comparativa entre como se deberían hacer las cosas y como se hacen realmente. Una vez detectados los puntos a cambiar, habrá que ser metódico y hacerlo poco a poco. Si se hacen todos a la vez, se suele caer en el agobio y se terminará dejándolo por imposible. No es cuestión de que en los dos primeros días, en plan radical haya que cambiar todo, para que llegue el tercero y se olvide todo, volviendo a los viejos hábitos. Claramente, una perdida de tiempo. El cambiar los hábitos en la gestión del tiempo requiere constancia para triunfar.
Por supuesto, se debe estar convencido de las ventajas para dedicarle esfuerzo a cambiar. Igualmente no habrá que hacer caso a los demás aunque el cambio les parezca una perdida de tiempo.
Por ejemplo, vamos a pensar que tras el análisis previo uno de vosotros ha detectado que tiene que cambiar:
- Organización y planificación diaria.
- Lectura y gestión del correo.
- Comunicación telefónica.
- Hacer ver a los demás la importancia de sus tareas.
Decidimos comenzar a poner en práctica lo aprendido sobre organización y planificación de tareas. Lo primero que hace esta persona nada más llegar es comenzar por lo primero que encuentran sus ojos, sin pararse a pensar si es necesario hacerlo en ese momento. Simplemente, es porque lo ve como que así ya se lo quita. ¡Nada de eso! A partir de ahora, lo primero que debéis hacer nada más encender vuestro ordenador es sacar vuestra agenda y establecer las tareas previstas para ese día por orden e importancia, marcando un plazo para cada cosa. Debéis comenzar a controlar si lo cumplís y en caso de que no lo hagáis (al principio es normal) hay que buscar los motivos que nos llevaron a no hacerlo para ponerles freno en el futuro. Debéis prestar especial atención en primer lugar a lo realmente importante y no a lo urgentísimo para otras personas. Más adelante, en tiempos libres o muertos que sobren hasta comenzar la siguiente tarea se podrá dedicar tiempo a sacar trabajo necesario como responder emails, hacer llamadas, etc. El proceso se tendrá que ir puliendo día a día.
La lectura y gestión del correo es necesaria y tenéis que hacerlo unas cuantas veces al día para chequear qué ha llegado. Por ejemplo, a primera hora de la mañana, a mitad de la misma, después de comer y a última hora de la jornada. Y el resto de la jornada no se debería mirar para poder avanzar en el resto. Hay quienes viven obsesionados con su correo, quizás porque, en muchas ocasiones, se abusa del mismo. Antes de enviar un correo, se debería uno formular estas preguntas: ¿Es realmente necesario? ¿Qué finalidad tiene el mismo? ¿Qué se quiere transmitir? Incluso, ¿Puede esperar la respuesta?
Otro tema importante es la comunicación telefónica, donde se pierde mucho tiempo de trabajo porque uno se “enrolla” más de la cuenta tratando de todo menos el tema para el que se ha llamado. Igualmente, hay que intentar contestar a ¿Cuál es el motivo de la llamada? ¿Puedo obtener la respuesta de otra forma? ¿Qué quiero decir? ¿Qué necesito obtener? El tiempo no sobra, así que siempre es aconsejable ser breve. En caso de que os llamen debéis de enfocar a las personas que están al otro lado del teléfono a ir hacia lo importante. Si el tema se alarga amablemente debéis de sugerir al otro interlocutor que cuando tenga claro lo que necesita os vuelva a llamar.
Luego esta la polémica por excelencia: hacer ver a los demás la importancia de la tarea que os solicitan. Todo el mundo, cuando necesita algo, es urgentísimo y luego van pasando los días sin acordarse de aquello que pidieron. Una cosa es que sea urgente para quien lo pidió y otra cosa es que tenga máxima prioridad. Así que debéis de concretar con la persona que os solicita algo, independientemente de que cargo ocupe ¿Para cuando se necesita realmente? También tendrá que quedar claro que lo que se solicita es realmente necesario.
Una vez cogida la marcha veréis como os sobra más tiempo; no siempre es cuestión de quedarse más tiempo sino de distribuirse adecuadamente el tiempo, llevando un orden de todas las cosas para que estén bajo control.
Si aun llevando a cabo todo lo aprendido en un curso de gestión del tiempo, no dais abasto, quizás el problema no esté en vosotros sino en la parte de la organización que os distribuye el trabajo y que determina los recursos necesarios en vuestro departamento. Estará quedando patente que tenéis asignadas más tareas de las que podéis gestionar. Así que habrá que reestructurar el departamento para evitar quemar a la gente.
La gestión del tiempo es clave para todos y para conseguir ponerlo en práctica, hay que concienciarse. De nada sirve poner el medio si luego no se ejecuta lo aprendido. Esto supone hacer perder el tiempo y el dinero de toda la empresa.
La cuestión es hacer de una vez por todas que la gestión del tiempo sea efectiva al 100% porque se hacen las cosas con cabeza.
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